Todo aquel que fue niño una vez,
-un niño de verdad-
con inocencia, con sueños,
con bondades, con alegria,
con optimismo, con sinceridad,
puede comprender
lo que hoy siento al crecer,
al despertar...
Al ver que todo
con lo que uno crece creyendo real
e importante,
son solo sueños.
Sueños que al despertar
uno siente
la cruel muerte
que nos persigue
y nos hiere
cada vez más.
Y sólo por creer
en nuestra niñez.
Por tocar la alegría,
sentirla dentro
embriargarnos de ella,
hasta ser fuerte y sonreirle
hasta al dolor
que de a pocos se nos mete dentro.
¡Los adultos son tan complicados!
Los adultos me enferman
y me prohiben la cura,
me gritan en silencio
tan despacio que solo
el alma siente
que el adulto le reprocha
por ser niño,
por ser fresco,
por esperar alegre
algo que no viene.
Y se ríen,
porque la esperanza
se agota.
Y un día ,
no muy lejano,
nos haremos viejos
y le reprocharemos
al niño por ser niño
y tener su amor bueno.
No quiero crecer.
No quiero ahogar mi niñez.
No quiero ser un adulto.
¡Los adultos son tan complicados!
Que a veces lastiman
cuando nos aman,
e ignoran que no nos están amando.
Y nos despiertan
cuando nosotros
queremos seguir soñando,
y nos piden algo
que no han aprendido darnos.
¿Cómo podemos ser como ellos
para satisfacerlos,
sin serlo de verdad?
¿Cómo podemos sobrevivir
frescos en un mundo,
donde el adulto por "ser grande"
ignora los deseos del pequeño?
¿Cómo puedo despejar este miedo
que me impulsa al deseo
de no crecer por no ser como ellos?
Quisiera ser como ese animalito
que no necesita ser racional, para poder amar;
que aunque sea falto de inteligencia
puede amar como a veces
no hallo acá.
Quisiera amar como ellos
por instinto
y no por inteligencia
-conveniencia-.
Los adultos se complican la vida.
Los adultos me complican la vida.
¡Los adultos son tan complicados!
